“Soy un especialista en generalidades”: Jaime Betancur
- Federico Hoyos Gutiérrez
- 27 mar 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 may 2021
Conversación con un arquitecto, músico, dibujante, poeta y loco.
Fue un diálogo donde prevaleció la espontaneidad y la mutua intención de entendernos. El encuentro tuvo lugar en su “refugio de pandemia”, una casa finca llamada La Mariana, situada a las afueras de Medellín, que desde hace 11 meses fue rebautizada como Coronaville. Es un lugar “apacible”, propicio para pintar, escribir y contemplar el paisaje. “Realmente, estoy plácido”, dice Ramón Jaime Betancur, quien con sus 74 años bien vividos se siente como “un joven en un estuche viejo”. Su forma de ser es como su ropa: sencilla. Vestía pantalón y zapatos negros, una camisa, una chaqueta verde gris y un par de gafas que continuamente se empañaban por el uso del tapabocas. Se parece a un oso de peluche. Sus 124 kilos fueron los que, según él, impidieron que pasara por el túnel de la muerte hace año y medio, cuando, por cosas del destino, estuvo hospitalizado en la UCI del Hospital Manuel Uribe Ángel, espacio que él mismo diseñó cuando era jefe del equipo de arquitectos del Servicio Seccional de Salud de Antioquia, entidad en la que trabajó durante 24 años. Quienes lo conocen destacan su rectitud y honestidad. Uno de sus tantos poemas versa así: “Ser sinvergüenza no es mi meta: yo, prefiero morir de cantaleta ¡Y que me califiquen de ejemplar!”. La noche estaba medianamente fría, así que decidimos conversar en el comedor frente al calor de la chimenea.
Dice usted que ha fungido como arquitecto, dibujante, músico, poeta y loco…
“Soy experto en todo lo que no dé plata, pero da felicidad. Soy especialista en generalidades. Me gustan tantas cosas que no puedo ser experto en una”.
¿Usted es consciente de lo mucho que puede abarcar la vida de una persona, a través de todo ese conocimiento que ella nos regala?
“La vida es tan cortica que hasta los más sabios se quedan muy corticos…”
Hablemos de su vida literaria. ¿Cómo terminó haciendo parte de la tertulia El Huevo Simbólico?
“Cuando trabajaba en la Seccional de Salud como arquitecto, me tocó darle la inducción a Marta Lucía del Corral, cuyo papá (Manuel Guillermo) era uno de los fundadores del Huevo Simbólico. Salimos a Marinilla, en el carro le manifesté (a Marta Lucía) mi vocación de poeta y ella me dijo: ‘Te voy a invitar a algo que te va a gustar mucho’.” (Y así comenzó una aventura que duró treinta y cinco años. “Pero los años, que todo lo acaban, acabaron eso”. Jaime es el único sobreviviente de esa tertulia que dio como fruto cuatro libros. Recuerda que siempre “le poníamos humor a cualquier situación humana y política”, mientras disfrutaban de noches de sana bohemia mediadas por "nidadas" –sesiones de lectura de poemas– y “paréntesis etílicos" –pausas para beber aguardiente y degustar pasabocas–).
¿Y por qué ese nombre?
“A alguno se le ocurrió por ‘huevonear’…” (risas).
Conversemos sobre su vida musical. Usted ha participado en prestigiosos eventos como el Concurso Nacional del Pasillo, el Concurso Nacional de Duetos de Ibagué y el Concurso Nacional del Bambuco en la ciudad de Pereira, en el cual fue ganador en la edición de 1995. ¿Qué siente usted al saber que de alguna manera ha contribuido a la difusión y preservación de la música colombiana?
“Una alegría del alma... (Sus ojos se le iluminaron como bombillas.) Me siento muy feliz de haber podido aportar a eso y en lo que me resta de vida pienso seguir haciéndolo”. (Jaime, además, fue uno de los fundadores de la Asociación de Trovadores de Colombia, ASTROCOL.)
La vena literaria la heredó de su padre y la vena musical, de su madre. ¿De dónde surgió su pasión por la pintura?
“La única conexión que tengo es que mi abuelo dibujaba telas y estampas. Pero creo que las artes no vienen solas, vienen en ramillete. No concibo un pintor que sea sordo, que no tenga buen gusto para la música, que no escriba, por lo menos, si no muy correctamente, al menos, decentemente”.
¿Su pasión por las artes y la escritura superan su pasión por la Arquitectura?
“Te voy a confesar: soy arquitecto porque compagina con mi perfil artístico”.
Como arquitecto de la Seccional de Salud de Antioquia, usted tuvo la oportunidad de recorrer los 125 municipios del departamento. ¿Qué aprendizajes le quedaron de esos viajes?
“Conocí a Antioquia con las uñas, porque en ese tiempo las carreteras eran horrorosas. Cualquier viaje era de cinco horas, como mínimo. Cuando entré a la Seccional me asignaron una zona y cada vez que un arquitecto nuevo llegaba, yo me ofrecía para darle mi zona con el ánimo de conocer todo el departamento. En unos municipios diseñé (hospitales), en otros amplié; pero en todos pegué un adobe”.
Cuando lo vi por primera vez me llamó la atención su fino sentido del humor. Me acuerdo que usted dijo que “estaba tan grande que no cupe por el túnel”, al referirse a su experiencia cercana con la muerte. ¿Esa vivencia cambió en algo su manera de ver la vida?
“No, porque yo toda la vida he pensado mucho en la muerte. Soy consciente de que no vine a quedarme”. (Sin embargo, esa experiencia le arrebató la fluidez verbal que antaño lo caracterizaba. Desde ese momento su hablar es un poco enredado, pues la traqueostomía le afectó severamente sus cuerdas vocales. La transcripción de este diálogo es una traducción de las palabras de Jaime).
Su padre participó activamente en la política. Incluso fue concejal de Medellín durante varios periodos… ¿A usted nunca le interesó seguir sus pasos?
“Mi destino no era ser político”. (En 1982, durante los tiempos oscuros del narcoterrorismo, designaron a Jaime como alcalde de Envigado. Su familia estaba muy contenta con el nombramiento, “pero esa fue la única vez en la vida que me quise morir”. Sin embargo, días antes de posesionarse, el secretario de Salud de Antioquia le nombró jefe del equipo de arquitectos del Servicio Seccional, cargo que aceptó complacido. “Fue una jugada del Señor de arriba para librarme de Envigado, en la que Pablo Escobar me hubiera matado estando recién casado”).
La despedida con el codo en tiempos pandémicos le gusta a Jaime, porque así, dice, “puedo codearme hasta con el presidente”.
(19 de febrero de 2021)
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